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¿Por qué la Psicología es alucinante?

Una cuestión de dignidad

Si quisieras describir dignamente la física ¿Cuál de estas dos frases utilizarías? a) «La búsqueda por entender cómo funciona toda nuestra realidad, por descubrir las leyes que rigen el universo»b) «Sirve para hacer coches que vayan rápido» Mientras que la segunda no es falsa, y probablemente de más interés práctico para el usuario promedio, los físicos de antaño «probablemente» no tenían coches en mente cuando comenzaron a preguntarse por el cielo o por qué caen las cosas, y sin esas preguntas no hubieran existido coches que acelerar. El propósito de la física no es el transporte motorizado. Ahora, si quisieras describir dignamente la psicología ¿Cuál de estas usarías? a) «Querer conocer todas y cada una de las reacciones y transformaciones de nuestro cerebro ante el medio que le rodea»b) «Sirve para curar depresión y ansiedad y para aprender a educar a los niños» ¡Claro que sirve para eso! Y gracias a ello muchas personas ven mejorada su calidad de vida o se liberan de un gran sufrimiento. Pero al igual que con la física y los coches, ese no es el propósito de la psicología, sino un resultado de su proceso. Descubrimos cosas sobre el funcionamiento del cerebro y gracias a ello podemos cambiarlo, ayudando a la humanidad en el camino, por medio de la terapia pero también de muchas otras formas.

Entonces… ¿Por qué la psicología es alucinante?

Porque si la física intenta comprender toda la realidad, la psicología se atreve a intentar entender la interacción de nuestro cerebro con ella. Al fin y al cabo ¿Dónde almacenamos todo el conocimiento que extraemos por medio de la experiencia, tanto de vida como de ciencia? ¿Y cómo se transforma nuestro comportamiento conforme vamos adquiriendo ese conocimiento? Esas preguntas son lo bastante grandes para llenar más libros de los que se han escrito hasta ahora. Pero para una curiosidad insaciable es el mejor aliciente. ¡Descubrir cuánto puede realmente almacenar el cerebro humano!¿Cómo hemos sido capaces de imaginar, procesar y crear hasta el punto de levantar ciudades y explorar el espacio?¿Es posible transformar malas personas en buenas, o personas poco inteligentes o ignorantes en brillantes? ¿Qué papel juega el dolor en nuestra vida y como debemos controlarlo? ¿Habrá alguna capacidad aún no descubierta en nuestro cerebro? ¿Con qué método podríamos reducir los conflictos entre individuos y poblaciones? ¿Podríamos reemplazarlos por negociación y cooperación? Y decíamos «se atreve» porque todo el esfuerzo invertido hasta ahora solo nos ha permitido extraer un mínimo de datos reveladores. Son más famosas las curiosidades, («¿Qué parte del cerebro se activa al tocar el piano?»), y el combustible para discusiones turbulentas (leyes educativas, temas de identidad y responsabilidad) que los hallazgos científicos más prometedores. Por otro lado, de entre la multitud de prácticas terapéuticas que se han desarrollado, incluso las más efectivas dan la sensación de ser solo una traducción para uso doméstico de un mar de conocimiento mucho mayor.

Mucho más de lo evidente.

La ciencia tras el cerebro y la conducta es mucho más complicada de lo que se muestra al público. Todo el mundo cree saber algo más de psicología que de astronomía o matemáticas, en forma de «saber hablarle a la gente» «saber escuchar y entender los sentimientos» o tener buena intuición sobre lo que la gente piensa, y aunque estas cualidades son útiles y  con frecuencia necesarias para un psicólogo, decir que son psicología es como decir que ser muy organizado y meticuloso es contabilidad. No hay psicología sin sinapsis neuronales relacionadas con la memoria, la atención o el lenguaje, sin los mecanismos que permiten la visualización, sin preguntarse por qué basta con un pequeño estímulo (una imagen, un olor, una sola frase) para desencadenar un torrente de emociones y de actos consecuentes, sin la constancia de que existen relaciones fuertes entre cosas que, a simple vista, no tienen nada que ver.

Nos pasa a todos.

Con frecuencia incluso algunos psicólogos olvidamos todo esto. Nos centramos en el trabajo con nuestros pacientes haciendo uso de las herramientas que nos ha proporcionado la investigación; sin recordar que también es nuestra responsabilidad seguir avanzando en lo desconocido para poder en el futuro traer algo que cambie el rumbo de la humanidad. Y más allá de nuestra responsabilidad, está la belleza que nos estamos perdiendo al renunciar a nuestra curiosidad. Y para el resto de personas, (tanto aquellos que sois usuarios de terapia psicológica como los que no), tal vez estáis cansados de escuchar y leer a psicólogos promocionando su profesión, pero el motivo es que, al ser nuestro foco de trabajo la propia humanidad en lugar de fuerzas o reacciones, necesitamos la comprensión y el apoyo de todos para seguir descubriendo, para llegar a entendernos un poco mejor y dar respuesta a cuestiones que algunos han dado por perdidas. Si te ha gustado este artículo echa un vistazo a otras publicaciones: Sabiduría malinterpretada – El equilibrioIr al psicólogo: Yo no… ¿Tú sí?InfusiónNueva infusión: PerseveranciaNueva infusión: Lobo solitario

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