

Nuestra sociedad, como nosotros mismos, estamos llenos de contradicciones. Una parte de la vida, del camino personal y de la capacidad de adaptarnos al entorno para disfrutar y desarrollarnos, es encontrar la forma de hacer convivir las contradicciones que habitan en cada uno y cada una. Superar dificultades por mí mismo o pedir ayuda
Entre las dos posibilidades que hoy comento, hacer las cosas por uno mismo, o pedir ayuda a alguien más, hay ventajas e inconvenientes.
Si decides actuar por ti: desarrollarás la autosuficiencia, el ingenio, la resistencia, la voluntad, fortaleces tu autoestima. Sobre todo, si tienes éxito. Te alzarás por encima de tu versión anterior y recibirás tu propio elogio y el de buena parte de la sociedad. Por contra, tus posibilidades de conseguir lo que te propones se reducen, y te puedes paralizar frente al sin fin de desafíos que te esperan por no saber continuar.
Si decides pedir ayuda o colaborar con alguien más: desarrollarás la capacidad de comunicarte, de negociar, transigir, empatizar, ver las cosas desde más puntos de vista, alcanzar entendimientos, aprender más rápido nuevos métodos. Por contra, te enfrentas a las dificultades que a diario podemos apreciar cuando tratamos de entendernos con otras personas. A veces el proceso parece más lento, y a veces nos desviamos de lo que pretendíamos en un principio.
¿Entonces qué hago?
Ambos son métodos legítimos. Escuchar la propia naturaleza de cada cual, el momento en que se encuentra y las circunstancias que le rodean, ayudará a decidir cuándo actuar solo, cuando acudir al grupo.
Puesto que vivimos según hemos ido aprendiendo, estamos llenos de aprendizajes que no hemos analizado, ni elegido. Así que es como si hubiéramos amueblado la casa con lo que había, sobre la marcha. A menudo, el individualismo o la tendencia a colaborar los aprendimos así. Herramientas que tendremos que aprender a utilizar según necesitemos.
Vivimos en una cultura entre individualista y colaborativa, todo mezclado, en contradicción.
Pero hoy quiero resaltar otra perspectiva.
Nuestros cimientos
En cierto modo la naturaleza parece haber dedicado grandes esfuerzos a desarrollarnos como seres sociales, y si hay alguna habilidad que nos ha permitido desarrollar grandes acciones, construir un puente para conectar dos pueblos vecinos, descubrir los secretos para vivir de la tierra y heredarlos de generación en generación, tender una mano a una persona que ha caído, esa ha sido nuestra capacidad de cooperar. Superar dificultades por mí mismo o pedir ayuda
Desde el punto de vista de cada día, no solemos ver más allá de la superficie, ni pensamos más allá de lo que ya hemos pensado, la posibilidad de trascendernos a nosotros mismo, nuestras posibilidades, son menores. La variedad de ideas que podemos generar, soluciones, construcciones creativas, se reduce. Sin embargo, cuando dos personas se unen y funcionan bien, se hace evidente que 1 más 1 no es igual a 2, sino a 3, 4 o 5. Sus aportaciones se multiplican.
Tenemos extensas áreas de nuestro cerebro dedicadas al lenguaje, para comunicar un sin fin de matices, áreas destinadas a empatizar con otras personas para comunicarnos más allá de las palabras, regiones mágicas que permiten aprender observando a otro ser tan bien como si lo estuviéramos realizando nosotros, una enorme cantidad de pequeños músculos para que nuestro rostro pueda reflejar una buena parte de lo que ocurre dentro de nosotros, allí donde habitamos.
Superar dificultades por mí mismo o pedir ayuda.
Conectar, con alguien, con algo, ideas, actos, conectar es una de las cosas que más hemos venido a hacer a este mundo. Y muestra su inmenso poder cuando dos o más personas colaboran.